El libro de Job parece ser
el más misterioso y el más incómodo de los libros del Antiguo Testamento para
la mayoría de los creyentes. Se discute mucho, dentro y fuera de la iglesia,
pero en general se analiza poco. Prácticamente no he oído prédicas acerca de
él. Y esto es muy llamativo, porque después de recorrerlo extensamente, me doy
cuenta de que es un libro crucial para la vida y la fe de todo creyente,
e incluso para que otras personas encuentren un hermoso motivo para acercarse a
Dios.
¿Qué es lo que hace tan incómodo al libro de Job? En
mi opinión, creo que lo principal es la temática que trata. El libro habla
sobre el sufrimiento, un asunto que ha sido tradicionalmente difícil de
abordar, tanto para la religión como para la filosofía. Una de las preguntas
mayores de todos los tiempos es “¿por qué sufrimos?”. El libro de Job pareciera
un intento por abordar la pregunta y buscar alguna posible respuesta.
Pero ahí es donde aparece lo que hace de Job un libro
misterioso: no nos da una respuesta convincente para la pregunta. En cierta
forma, nos deja con la pregunta en la boca. Es más, nos da varias respuestas
para después decirnos que todas ellas eran falsas. No sólo eso, si nos
adentráramos en lo más profundo, en lo que es la composición y la estructura
del libro, descubriríamos todavía más misterios. Tal vez por eso los
predicadores y los teólogos tienen sus reservas frente a él.
Por ejemplo, el mismo personaje de Job es misterioso.
Más allá de la Biblia, no hay otras evidencias de que haya sido un personaje
histórico, y peor aún, hay algunos motivos para pensar que no lo fuera. Uno de
ellos es el hecho de que su historia aparece también en relatos de otros
pueblos, pero no con el mismo nombre. Otro motivo es que su historia pareciera
estar exagerada y creada a propósito.
Pero
entonces, ¿tenemos que ignorar la evidencia y creer que fue un personaje real
sólo porque aparece en la Biblia? ¿Tenemos que pensar que la Biblia está
engañándonos? ¿Es posible que pueda ser un personaje ficcional y al mismo
tiempo ser una historia verdadera? Para mí, sí. La Biblia es la verdad revelada
por Dios, pero eso no quiere decir que todos los relatos son historias reales.
Pensemos simplemente en las parábolas de Jesús: son narraciones con un
propósito específico, con una enseñanza específica, pero no necesariamente son
historias reales.
Sin
embargo, son historias creíbles. Son relatos que, si no sucedieron, podrían
suceder tranquilamente. Yo pienso que lo mismo sucede con Job. Tal vez su
historia no sea en sí misma real; pero al mismo tiempo, está hecha de las
historias reales de muchísimas personas a lo largo de la historia y a lo ancho
del mundo que vivieron experiencias parecidas a Job. Desde ese punto de vista,
el libro de Job sólo las estaría reuniendo todas en la supuesta vida de un
personaje al que le pasan todas juntas en muy poco tiempo, para dejarnos una
enseñanza específica. Así y todo, cuidado: podemos encontrarnos en la vida real
con personas a las que también les pasaron todas juntas en muy poco tiempo. Por
eso, Job puede tanto ser como no ser un personaje histórico real. Al final, no
importa.
Otro
misterio del libro de Job es que no se sabe con exactitud cuándo fue escrito.
Algunos expertos lo ubican en un período muy antiguo de la historia de Israel.
Otros lo sitúan en el período del exilio, o después. La verdad es que no hay
manera de cerrar la discusión, al menos por ahora. Personalmente me inclino a
creer que fue después del exilio, porque el pueblo de Israel se estaba
preguntando precisamente “¿por qué nos pasó todo esto?”. Tendría sentido que
Dios los inspirara para escribir esto, y ayudarlos a transitar el duelo por lo que habían vivido como sociedad.
Quiero
referirme a otro elemento misterioso del libro, que es su composición. Si nos
fijamos bien, el libro no sigue una secuencia narrativa como si fuese un
cuento, o una crónica. Tiene sólo dos partes que pueden considerarse
narrativas: el “prólogo” y el “epílogo”, el principio y el final. Pero la mayor
parte del libro es una secuencia de discursos. Lo más llamativo de los
discursos es que no se responden unos a otros de manera directa. Parecen más
bien discursos intercalados. Algunos especialistas creen que, en realidad, lo
primero en escribirse fue el principio y el final, y que el resto se fue
escribiendo después. Los discursos serían entonces una especie de juego
filosófico: ¿qué diría el que sufre (Job) en esta situación? ¿Qué le
responderíamos desde nuestra teología? Por eso, habría una constante tensión
entre Job y los amigos: es la misma tensión que experimenta la teología cuando
quiere responder la pregunta “¿por qué sufrimos?”. Incluso el discurso de Dios
no responde de manera directa los argumentos e interrogantes que se plantean en
los demás discursos.
Quiero volver a decirlo: el libro de Job es
misterioso e incómodo. Pero al mismo tiempo, me parece importantísimo reflexionar
sobre él. Por eso, en las próximas publicaciones intentaré compartirles ciertas reflexiones que hice al explorar el libro desde
una perspectiva que tal vez no se haya ensayado antes. No se trata de un
análisis detallado, capítulo por capítulo, frase por frase y discurso por
discurso. Invito a leer el libro de Job completo, sobre todo discurso por
discurso, pero acá quiero analizarlo de otra manera. En primer lugar, el
prólogo y el epílogo, para entender las reglas de este “juego filosófico” que
los autores (o el autor, no se sabe bien) quisieron proponer. Después, la
actitud y el punto de vista de los amigos. Después, el punto de vista y los
planteos de Job. Por último, el lugar que ocupa Dios en este debate.
En cada caso, voy a cruzar el libro de Job con
pasajes del Nuevo Testamento, pero tengo que hacer una aclaración. Muchas veces
se hace esto para salir del embrollo en el que nos mete el libro de Job. Es
decir, escuché por ejemplo que Job nos deja incómodos y el evangelio viene a
darnos tranquilidad y sacarnos de la incomodidad. Yo no estoy tan de acuerdo:
la incomodidad que nos produce el libro de Job, para mí, es intencional. Dios quiso
que el libro de Job sea incómodo. La gente de su época no tenía el Nuevo
Testamento para poder quedarse tranquilos; eso significa que esa incomodidad
fue parte del objetivo de la revelación y de la inspiración divina. Pero
entonces, ¿para qué voy a cruzar el libro de Job con el Nuevo Testamento?
Precisamente, para ver cómo las mismas preguntas
que el Antiguo Testamento se hace en el libro de Job aparecen en el Nuevo
Testamento, y cómo los planteos del libro de Job están en línea con los del
Nuevo Testamento también. Es decir, lo que quiero mostrar con ese cruce es que
el libro de Job no es una excepción en el mensaje bíblico, sino un libro que
profundiza sobre temas de los que otros escritores inspirados hablaron también,
y que tiene en sí mismo un mensaje de esperanza para dar. No necesitamos huir y
refugiarnos en el evangelio para salir de la incomodidad que el libro de Job
nos produce. Desde mi punto de vista, el mismo libro de Job forma parte del
mensaje del evangelio y, por lo tanto, lo incluye. Correctamente entendido, el
libro de Job contiene un mensaje de esperanza, una buena notica, para los
creyentes de todos los tiempos.