sábado, 3 de marzo de 2012

Armadura de Dios - La espada del Espíritu

Hola a todos. Llegamos al final de esta serie de publicaciones sobre la armadura de Dios. Hasta ahora, todo lo que vimos fue de algún modo el aspecto defensivo de esta armadura. Hoy nos toca finalmente la parte ofensiva, aquella con la que ganamos terreno sobre nuestro enemigo en nuestra propia vida.

"...y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios." (Efesios 6:17)
La palabra de Dios es como una espada, es un arma en contra del pecado, de la oscuridad y del tentador. Junto con la oración, es uno de los recursos más agresivos que tenemos como servidores del Señor. Ahora bien, ¿cómo agresivo? ¿No dijimos en un momento que anunciábamos la paz?

Bien, en este punto quiero hacer un pequeño comentario. Nosotros tenemos, por así decirlo, dos instancias de existencia. Una es material, una es espiritual. No quiero meterme demasiado en este tema, pero esto es muy claro en las Escrituras. Dice por ejemplo Pablo que "nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que gobiernan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales" (Efesios 6:12). En numerosas ocasiones Pablo hace referencia a esta lucha que como cristianos sostenemos permanentemente. Éste es un punto muy importante a tener en cuenta si queremos comprender del todo la utilidad de esta armadura de la que estuvimos hablando.

En fin, vivimos en un permanente campo de batalla donde fuerzas que no vemos quieren hacernos tropezar, fallar y desviarnos de nuestro propósito. Había hablado brevemente de eso en la reflexión sobre la resistencia, sobre todo en cuanto a lo del propósito. El diablo es en definitiva quien encabeza estas fuerzas, y tiene en nosotros un espía, que es el pecado con el que de algún modo convivimos diariamente. Un agente enemigo en nuestro territorio.

Ahora bien, hasta ahora vimos cómo estar bien protegidos contra los ataques que podamos recibir. Pero estar protegidos no alcanza. Necesitamos avanzar, ganar terreno sobre aquellas regiones de nuestra vida en las que el enemigo fue ganando terreno, y para eso también tenemos un recurso en este equipo de soldado: la espada del Espíritu.

HEBREOS 4:12
La palabra de Dios tiene digamos una doble función. Por un lado es defensiva, y por otro lado ofensiva. Nos sirve para defendernos, porque conocer la palabra nos ayuda a resistir al pecado, a bloquear sus ataques, como cuando en el desierto, Jesús apeló a las Escrituras para defenderse contra las tentaciones del diablo. Por otro lado, nos sirve para atacar, porque mediante la palabra hacemos retroceder el pecado que habita en nosotros, y rompemos ataduras, tanto nuestras como de otros.

Dice el pasaje que la palabra es viva. Eso es un gran privilegio para nosotros. No tenemos un arma común, inerte, la cual depende de nuestra habilidad de esgrimirla, sino que tiene vida propia, y ella misma actúa en nosotros en nuestra defensa. Nosotros conocemos bien a esta palabra viva, porque Jesús mismo la encarnó. Basta con leer Juan 1:1-5 para saber esto. Y más adelante, Juan 1:14 dice "y el Verbo de hizo hombre y habitó entre nosotros". Tenemos una espada, entonces, que no es otra cosa que el poder del propio Jesús, una espada que brilla en medio de la oscuridad, y que trae vida y paz a aquellos que son liberados por ella.

Por otro lado, esta palabra es poderosa. Si leemos 2 Timoteo 3:16-17 encontramos que tiene poder "para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia". Tiene el poder para enseñarnos a vivir una vida distinta, menos influida por el pecado que habita en nosotros. Para reprendernos, o reprender a otros, cuando andamos por caminos equivocados. Para corregir nuestro andar cuando no nos damos cuenta de que estamos siguiendo a nuestra vieja naturaleza desobediente. Y finalmente, para capacitarnos para hacer el bien, para instruirnos en ser justos y obedientes a Dios.

Dice el pasaje de Hebreos que la palabra de Dios penetra hasta lo más profundo de nuestro ser. Es realmente muy cortante. Esto podemos sentirlo por ejemplo cuando un determinado pasaje nos habla de manera muy personal y nos sensibiliza, a veces hasta las lágrimas. La espada corta aquellas cosas en nuestra vida que están en oscuridad, y eso puede doler a veces. También juzga nuestras intenciones y nuestros pensamientos, los perfora y los deja al descubierto, y va rompiendo aquello que es producto de la influencia que recibimos, ya sea del exterior, es decir del mundo que nos rodea, o los que brotan de nuestro interior y no provienen de Dios.

Ahora bien, que esta espada sea viva no quiere decir que no tenga que blandirla de todos modos. Si tengo una espada enfundada no puedo atacar ni defenderme con ella. Y blandir la espada es en este caso no solamente leer y conocer la palabra, sino usarla, ponerla en práctica. Si yo conozco la palabra de Dios y la conservo como un lindo relato, o una verdad absoluta, pero no la aplico en mi vida, o no hago ese paso de tratar de bajarla a un nivel cotidiano, no voy a poder utilizar todo ese poder que tiene. Al leer y practicar la palabra, en cambio, estoy atacando al pecado que habita en mí, así como desafiando a las circunstancias que me rodean. Estoy enfrentando a esos enemigos espirituales que permanentemente tratan de derribarme, de mil maneras.

Por eso, la palabra de Dios tiene el poder para cambiar vidas, ¡y hasta sociedades enteras si estas se vuelven a las Escrituras! Es lo que pasó en la sociedad hebrea en la época del rey Josías, como cuenta 2 Reyes 22. Los israelitas redescubrieron el libro de la ley, y descubrieron que habían vivido en escasez y bajo circunstancias cada vez más difíciles como consecuencia de no escuchar al Señor. Josías ordenó que todo lo que decía ese libro debía ser cumplido desde entonces, y al menos por un tiempo, mientras los israelitas obedecieron, se produjo un gran cambio en esta sociedad.

Deuteronomio 30:11-14 -- Quiero decir, para ir terminando, que obedecer la palabra de Dios no está fuera de nuestro alcance. Todo lo contrario, está muy cerca. Nosotros sabemos que alguien bajó para traerla incluso más cerca de lo que la tenían los hebreos en la época en que se les dijeron estas palabras. Cristo mismo la alcanzó a nosotros, encarnándola él mismo. Depende de nosotros esgrimir esta espada o no hacerlo. El resultado puede ser totalmente transformador, en cada circunstancia, en cada momento.

·La palabra VIVA nos habla hoy, personalmente, a pesar de haber sido escrita siglos atrás.
·La palabra PODEROSA nos transforma y nos ayuda a enfrentar toda circunstancia.
·La palabra CORTANTE nos libera de nuestras ataduras, y libera a otros.
·La palabra PENETRANTE nos muestra al Señor, e introduce su esencia y su poder bien adentro de nosotros.

Hebreos 4:12 -- "La palabra de Dios es viva y poderosa, más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta la médula de los huesos, y juzga los pensamientos y las intenciones del corazón."

Que el Dios que nos dejó su palabra escrita para defendernos y armarnos para el combate espiritual les de fuerzas y sabiduría para aplicar sus enseñanzas, para que puedan enfrentar siempre a los enemigos externos e internos en las regiones espirituales, y permanecer firmes, siempre avanzando en el propósito que Dios tiene para cada uno de ustedes. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

2 comentarios:

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