sábado, 26 de junio de 2010

Romanos 15 - el amor sacrificial

Texto: Romanos 15:1-21

Hola a todos. Una vez más pasó bastante tiempo desde la última publicación a ésta, pero finalmente estoy listo para publicar otra vez. Ya nos acercamos al último capítulo de la carta a los romanos, y la intensidad de los temas a simple vista pareciera ir disminuyendo. Sin embargo, al igual que me pasó con el capítulo 14, en esta reflexión me llevé mucho más de lo que esperaba y de lo que había extraído la primera vez que leí Romanos. Como habrán notado, no tomé el capítulo entero, porque como ya pasó en publicaciones anteriores me pareció que iba a ser una reflexión demasiado larga y diversa. Así que decidí dividir la reflexión en dos publicaciones. Esto no me había pasado la primera vez, por lo que es evidente que esta vez pude sacar muchísimas más conclusiones sobre este capítulo que la primera.

Me resulta muy llamativo que este capítulo pareciera hablar de muchas cosas totalmente diferentes. Sin embargo, prestando más atención, me di cuenta de que en realidad todo gira en torno a esta idea inicial: el desafío de pensar en los que nos rodean antes que en nosotros mismos. Ahora, pensar en los demás antes que en nosotros tiene muchas implicancias. En primer lugar, significa dar sin esperar recibir. De hecho, Pablo lo aclara. Dice el texto que "cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo" (15:2). No para que nos reconozca como buenos, como importantes o para que nos haga también lo que nos agrada, sino para que sea edificado. Podemos decir que somos llamados a seguir el ejemplo de Cristo también en esto. Como dice el pasaje, Jesús no se agradó a sí mismo, y de hecho dio su vida para salvar a muchos, y estuvo dispuesto a ser insultado y maltratado aún voluntariamente para edificar a otros. Entonces, si es necesario que seamos pisoteados con tal de edificar a otros, es nuestra responsabilidad. Esa es la clave del amor sacrificial, con el que Cristo nos amó y nos ama. Porque el sacrificio de Jesús no fue tanto su muerte, sino todo lo que padeció en vida para poder enseñarnos y edificarnos.

Por otro lado, no tenemos que preocuparnos por nada. Aún cuando algunos puedan maltratarnos, tenemos nuestro apoyo en la Palabra de Dios. De hecho, cuando el pasaje habla de las Escrituras, dice que "todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza" (15:4). Por lo tanto, siempre vamos a encontrar en ellas todo el apoyo que necesitamos.

En seguida, Pablo da una exhortación a los romanos, y me pareció realmente pertinente, porque precisamente va al hecho de perseverar en la armonía, que es consecuencia directa de ser sacrificial hacia los demás. De hecho, si pensamos primero en nosotros mismos, rompemos la armonía con los demás. ¿No es el egoísmo una de las principales causas de conflicto entre las personas?

Y después pasa a alentarnos a que nos aceptemos mutuamente, como Cristo nos aceptó. Y es que si somos seguidores de Cristo, tenemos que dar el ejemplo para que el resto del mundo vea lo que es realmente bueno. Si nosotros que somos hijos de Dios no vivimos en armonía entre nosotros, ¿quién más puede vivir en armonía con su prójimo? En cambio, si vivimos en unidad y nos amamos, el mundo va a ver que eso es posible y que eso es bueno. Y también va a ver la importancia que tiene, para poder vivir en armonía con el resto, el hecho de poder aceptar a los demás, con sus fortalezas y debilidades, con su forma de pensar, con su trasfondo cultural, con su origen, etc. Así, es nuestra responsabilidad como hijos de Dios estar abiertos a todos, a cualquier persona. Y cuando digo cualquier persona, me refiero verdaderamente a cualquiera. Aún al que consideremos que está demasiado lejos de Dios, sea por el motivo que sea. Cerrarnos es negarle la posibilidad de conocer a Dios y por lo tanto de ser edificado.

En definitiva, el amor sacrificial es parte íntegra y hasta diría que fundamental de nuestra misión como seguidores de Jesús. Es necesario que amemos de esta manera para que en todo alabemos a Dios, y mostremos así su amor. Para que otros se acerquen y puedan ser una ofrenda aceptable a él. Nuestra vida entera tiene que ser proclamar el evangelio, y el evangelio es el amor de Dios. Y el amor de Dios es sacrificial. Y no se trata de hacer el bien por obligación, sino de buscar a Dios y acercarnos a él hasta que amar a los demás nos salga naturalmente, por el mero hecho de hacerles sentir bien. De esta manera lo haríamos con ganas y buena disposición. Y además, seríamos pacientes. Porque a veces no nos acordamos que el cambio en una persona suele ser gradual. Si bien tenemos que ser firmes y claros en lo que respecta a la obediencia a Dios, es importante que podamos ser pacientes, compasivos y abiertos en todo momento con aquellos que no lo conocen, para que no se desanimen y para que no se sientan incómodos.

Y por último, como nuestra misión es dar la buena noticia "a todas las naciones", como dice el pasaje, esto implica hacerlo en todas partes. Por eso, la forma más práctica es amar. Si amamos a todos, estamos predicando el evangelio de Dios a todos, en cada ámbito en el que nos movemos. Cada uno tiene esta responsabilidad. Así, vivir en armonía con los demás es también dejar a cada uno cumplir su parte. No podemos esperar acercar a todos a Dios, porque a cada cual le tocó su parte en esa misión, y Dios sabe a quién enviar para cada persona. Y sabe a quién pone en manos de cada uno de sus hijos y por qué.

En fin, creo que este punto es uno bastante claro donde el capítulo cambia de enfoque y pasa a una aplicación práctica, y por eso me parece un buen punto para dividir la reflexión. La próxima publicación va a ser la continuación de este capítulo, pero espero que esta primera parte haya sido de bendición para cada uno de ustedes. Como exhortación les dejo una de las que Pablo usa en este capítulo.

"Que el Dios que infunde aliento y perseverancia les conceda vivir juntos en armonía, conforme al ejemplo de Cristo Jesús, para que con un solo corazón y a una sola voz glorifiquen al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo" (15:5-6). ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

2 comentarios:

  1. SERIA MUY LINDO QUE TODOS NOS AMARAMOS COMO NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO NOS AMO Y NOS MANDA A AMARNOS COMO SUS HIJITOS QUE SOMOS

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, como una vez me dijo alguien, "entendimos mal el mensaje: Jesús dijo que nos amásemos los unos a los otros, no que nos amasemos los unos a los otros".

      Eliminar

¿Querés compartir tus propias reflexiones sobre el tema?