jueves, 9 de septiembre de 2010

Romanos 16 - el amor aplicado

Texto: Romanos 16:1-24

Hola a todos. Finalmente llegamos al capítulo 16 de la carta a los romanos. Después del amplio recorrido que hicimos por los temas de esta carta, deberíamos encontrar en este capítulo un desenlace lógico. Sin embargo, como ya nos había pasado con los anteriores dos capítulos, parecería que en este hay poco que encontrar. Pero mirando con atención, es posible que notemos que hay más de lo que parece a simple vista.

Cuando volví a leer este capítulo para publicar esta reflexión me pareció adecuado llamarlo "el capítulo de los saludos". Verdaderamente es eso. Un capítulo entero dedicado a saludar a la iglesia de Roma. Creo que eso ya puede decirnos muchas cosas. En primer lugar, me llama la atención que Pablo dirija un saludo tan extensivo a una iglesia que nunca había visitado. Es evidente que aquellos a los que saluda los conoce de algún otro lado. En la mayoría de los casos dice de dónde o cómo los conoció. Pero aún así, no olvidemos que la carta está dirigida a toda la iglesia de Roma, y de hecho, el texto dice "saluden", o sea, les está pidiendo a aquellos que no conoce que manden saludos a los que sí conoce. Y aprovecha para contar algo de cada uno de los que conoce.

Esto no es poca cosa. Implica mucho, de hecho. Pablo, a aquellos que conocía, los conocía muy bien, lo suficiente como para poder resumir en pocas palabras alguna característica importante. Por otro lado, el hecho de que haga esto, o incluso que les envíe saludos por medio de personas a quien no conocía, de algún modo los anima y confronta a relacionarse con ellos. Y hablándoles bien de ellos los predisponía y a su vez los ayudaba a conocerlos un poco más antes de que se acercaran personalmente.

Creo que tenemos mucho para aprender de Pablo en esto. En primer lugar, cabría preguntarnos: ¿qué tan bien conocemos a nuestros hermanos, especialmente aquellos a quienes consideramos conocer? Deberíamos conocerlos lo suficiente para poder mencionar una característica positiva o acciones concretas que esa persona hizo en favor nuestro o en servicio de Cristo. ¿Qué estoy haciendo para fomentar la relación y la unidad entre mis hermanos? Hablar bien de uno en frente de otro es un buen principio para causar ese efecto. Cuando le damos una buena impresión de alguien a otra persona podemos generarle deseos de conocerla. Por otro lado, no se trata de inventar cualidades, sino de conocer bien a la persona de la cual vamos a hablar bien. Por último, Pablo estaba hablando con gente que no conocía, y hablándoles en profundidad, y saludándolos, y animándolos. ¿Qué estamos haciendo al respecto? ¿Necesitamos conocer a alguien para acercarnos, hablar, alentar, escuchar, cuidar o ayudar?

En definitiva, esto es aplicar el amor del que viene hablando desde el capítulo 12. Evidentemente, Pablo había sido hospitalario el el corazón con sus hermanos y amigos, les había hecho un lugar especial a cada uno, y por eso mismo los conocía bien. Manda saludos además en nombre de todas las iglesias, fomentando el ecumenismo, y al decirles que se saluden unos a otros no les está diciendo otra cosa que "reúnanse y pasen tiempo juntos". Además les está indicando la importancia que tiene mostrar a los hermanos el amor que por ellos sentimos, de tal manera que ellos sepan, sepan y no simplemente piensen, que los amamos. De esta manera, "el amor debe ser sincero", como decía en 12:9, y a la vez el saludo es en ese sentido una práctica muy importante. Recomienda además a Febe, diaconisa, es decir autoridad en la iglesia de Cencreas. Los anima a recibirla dignamente y ayudarla en todo lo que necesite. En otras palabras, los desafía a respetar su autoridad y amarla como tal y por supuesto, como hermana en Cristo.

En todo, Pablo está alentando la unidad entre iglesias. Si prestamos atención, manda saludos a numerosas iglesias locales de la ciudad de Roma, poniéndolos de algún modo en obligación de relacionarse entre sí. Y va un poco más allá cuando dice "que se cuiden de los que causan divisiones y dificultades" (16:17). Pone énfasis en esto, haciendo una pausa en sus saludos y diciendo que aquellos que hacen tales cosas no sirven a Cristo. Y aprovecha ahí para animarlos y alentarlos a permanecer firmes, diciendo una frase que me resultó muy fuerte: "muy pronto el Dios de paz aplastará a Satanás bajo los pies de ustedes" (16:20). Podríamos entender que les dice "permanezcan unidos y muy pronto ganarán la guerra contra el mal". Y esto debería también desafiarnos a nosotros.

Entonces, para terminar, quisiera recopilar estos tres puntos importantes del capítulo. El primero, la importancia de relacionarnos en profundidad con nuestros hermanos, conociéndolos personalmente y desarrollando relaciones no sólo con ellos, sino también entre ellos. El segundo, la importancia de reunirnos y pasar tiempo juntos como iglesia y como familia, demostrándonos nuestro afecto y aplicando el amor. Y el tercero, la importancia de que la iglesia permanezca unida a pesar de las diferencias teológicas o rituales que puedan existir. La unidad ecuménica por encima de las distinciones de confesión o denominación. Me parecieron centrales los versículos del 16 al 20. Creo que resumen de algún modo estos tres puntos.

Que el Dios de amor los impulse a amar a sus hermanos, que también son mis hermanos, y que produzca en cada uno de nosotros el deseo de demostrarnos ese amor mutuamente, reunirnos, conocernos más y permanecer unidos, para ganar la guerra contra el mal. ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.