lunes, 28 de junio de 2010

Romanos 15 - reunirse en familia

Texto: Romanos 15:22-33

Bueno, claramente tardé bastante en volver a publicar. Aprovecho para contarles que pasé por un tiempo de distancia con el Señor, aunque siempre sin perderlo de vista y siempre sin dejar de amarlo y de buscar todas las formas posibles para estar cerca de él otra vez. Y bueno acá estoy, recién llegado de nuevo a casa.

El capítulo 15 de Romanos, como recordarán, había decidido dividirlo en dos partes. En esta segunda parte, encontrar algo de profundidad parecería a simple vista más difícil que en la primera. Sin embargo, aprendí muchas cosas sorprendentes a medida que leía lo que Pablo comparte con los romanos sobre su interés en ir a verlos.

Cuando leía, me resultó muy interesante que Pablo quisiera ir a visitar a la iglesia de Roma, por varios motivos. En primer lugar, el viaje iba a ser largo y complicado. Viajar en esos tiempos no era nada fácil, y además era muy peligroso. Sumado a esto, Pablo tenía que ir en primer lugar, de Corinto (desde donde escribía la carta) hasta Jerusalén, donde los cristianos no eran bienvenidos, y después volver para el oeste hasta Roma. Como ya dije, un viaje muy largo y muy difícil. Sin embargo, consideraba que era muy importante. Ya en el capítulo 1 veíamos uno de los motivos por los que esto era así (1:11-13). Pablo quería poder animarlos y que pudieran edificarse mutuamente. Para esto último podríamos pensar que verse era requisito indispensable. Ahora bien, para animarlos, después de semejante carta, ¿no era suficiente?

Evidentemente, el contacto directo era muy importante para Pablo, y seguramente debería serlo para nosotros también. No alcanza con el teléfono, la carta, el mail, internet... El contacto visual y físico es fundamental en una relación entre personas, y la iglesia no es otra cosa que eso, una red de relaciones entre personas que se articula alrededor de Dios. Por eso, Pablo quería ir a visitarlos, pasar tiempo con ellos, saber de ellos de manera directa. No solamente eso, sino que estaba dispuesto a entregarse a todos los peligros que implicaba semejante viaje, semejante anhelo. De hecho, anhelar algo es más que desearlo. Es tenerlo como prioridad. Incluso podríamos afirmar que de no mediar su responsabilidad ministerial en Corinto, hubiera ido inmediatamente.

Por otro lado, Pablo dice que quiere descansar con ellos. Seguramente su ministerio era muy desgastante. Estaba permanentemente expuesto a peligros y viajaba mucho. Todo eso le quitaba fuerzas. Evidentemente, reunirse con sus hermanos le servía a modo de descanso. Es bueno pensar esto, sobre todo si logramos asociarlo con lo que habíamos visto en el capítulo 12 sobre la hospitalidad (12:13). Lo bueno de ser una comunidad es que podemos fortalecernos mutuamente, y para eso es necesario reunirnos. ¿Cuántas veces asistir al culto los domingos puede recargarnos de fuerzas en una semana cansadora?

Y por supuesto, reunirnos con nuestros hermanos nos da la oportunidad de saber lo que están viviendo, contenerlos, apoyarlos y alentarlos. Al visitarlos estamos llevando ni más ni menos que la bendición de Cristo, como Pablo mismo observa (15:29). A veces, una abrazo es mejor que cien palabras de aliento, y para eso es necesario estar en el mismo lugar que la otra persona. Por otro lado, no pude dejar a un costado, al leer el texto, que Pablo iba a ir primero a Jerusalén a llevar la ofrenda de Macedonia y Acaya, lo cual me hizo pensar que otro punto importante de reunirnos con nuestros hermanos es que puede ser la oportunidad de ayudarlos, en este caso materialmente, pero podríamos pensarlo en cuanto a ministerios, actividades de servicio social, etc. De hecho, Pablo podría haber enviado a alguien a llevar la ofrenda, por ejemplo Timoteo, en quien él confiaba ampliamente. Sin embargo, prefirió ir él mismo.

Finalmente, Pablo alienta a los romanos a que oren por él, para que pueda llevar a cabo todo ese viaje y visitarlos por fin. Probablemente quería lograr que entendieran la importancia de orar los unos por los otros, pero al mismo tiempo es posible que quisiera que estuvieran bien predispuestos, no solamente a recibirlo, sino también a visitarse mutuamente. Sabemos que orar no es un favor hacia Dios, sino una utilidad para nosotros mismos. Al orar nos alineamos con la voluntad de Dios, y por lo tanto nos predisponemos a llevarla a cabo. Orando por Pablo, los romanos estarían atentos a la importancia de la reunión de la iglesia, y los efectos de esto podrían verse a largo plazo. Por supuesto que además, el poder de Dios se manifiesta en nuestras oraciones, y eso ya es suficiente motivo para orar unos por otros.

Me resulta interesante que a lo largo de toda la carta Pablo escriba muchas bendiciones. En definitiva, el Nuevo Testamento deja muy claro que una bendición es una de las más grandes muestras posibles de amor, especialmente entre hermanos. De hecho, es muchas veces contrapuesta a los insultos, que serían muestra de odio. Pero sobre este tema voy a volver más adelante. En fin, espero que esta reflexión haya sido de bendición para ustedes, y que puedan ser renovados por este pasaje como lo estoy siendo yo al publicarlo. Me parecieron centrales los versículos del 7 al 12, que resumen y agrupan de algún modo las principales ideas del capítulo y las encadena lógicamente.

Que el Espíritu de Dios llene sus corazones y los anime a reunirse, para compartirse sus respectivos dones espirituales y para alentarse y ayudarse mutuamente. "El Dios de paz sea con todos ustedes" (15:33). ¡AMÉN!

Hasta que volvamos a encontrarnos.

1 comentario:

¿Querés compartir tus propias reflexiones sobre el tema?